martes, 6 de febrero de 2007

Homenajes (IV)

Hace unos días tuve una conversación de las que yo llamo inteligentes. Versó, nunca mejor dicho, sobre la poesía y lo que nos transmite a cada uno, lo dificil que es gustar a todos, lo distintos que somos hombres y mujeres en cuanto a gustos literarios, y en especial lo rarito que soy yo en estos temas. Por ello, o quizá por mi actitud frente a la vida en estos días, tal vez una ilusión que me atrae en los próximos días, quien sabe si sólo por pinchar a Cristina (Celestina), o como ella prefiere ser llamada (el nexo de amor), he recordado estas lineas;

Yo no puedo darte más.
No soy más que lo que soy.
Y cómo quisiera ser
arena, sol en estío.
Que te tendieses
descansada a descansar.
Que me dejaras
tu cuerpo al marcharte,
huella tierna,
tibia, inolvidable.
Y que contigo se fuese
sobre ti, mi beso lento
desde la nuca al talón.
Cómo quisiera ser
la materia que te gusta,
que tocas todos los días
y que ves ya sin mirar.
Las cosas que cuando tú echas de menos
preguntas: "Ay, ¿donde está?".
¡Y, ay, cómo quisiera ser
una alegria entre todas,
una sola, la alegría
con la que te alegraras tú!
Un amor, un amor solo,
el amor de que tú te enamorases.
Pero no soy más que lo que soy.

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