domingo, 31 de diciembre de 2006

Un Opositor en Vida (II)

Me ha resultado curiosa una propuesta que me ha hecho. Consiste en abrir el libro que estés leyendo habitualmente por la página 123 y fijarte en el tercer párrafo. Con lo que la fortuna, diosa caprichosa donde las haya, ha dispuesto que:

"Aguardaron la llegada del siguiente mortero. Cuarenta y dos segundos. No ha sido una mala vida, se dijo Barlés. ¿Como era aquello....? He visto cosas que vosotros no vereís jamás. He visto arder naves más allá de Orión, y ponerse el sol en la puerta de Tannhaüser.... Tengo que cambiar las pilas de la Sony, se recordó. Y lavar las dos camisas sucias que tengo en el hotel. Miró a Márquez, preguntándose que pensaría el cuando se disponía a cruzar la zona batida. Quizá vería la cara de sus dos hijas, o se lamentaría por los polvos que no habría echado en su vida. Quizá pensaba en los cincuenta mil duros que cobraba al mes. O simplemente no pensaba en nada."

Sólo ampliar que esto se escribió en Mostar en febrero de 1994. A mi al menos si me ha dado que pensar.

viernes, 29 de diciembre de 2006

La Ternura del Alacrán (IV)

Hay noches que son demasiado largas, y áquella no había terminado.

La única luz visible iluminaba en rojo mi rostro, la seguí con la vista hasta que sólo quedó el dimuto rastro empequeñeciéndose hasta desaparecer por completo.Viene en noches así con esta luna.

Me miró largamente en silencio. Parecía sorprendida. - Me pregunto de donde sacas esa maldita sangre fría.-

No pude por menos que echarme a reír quedo y bajito, -no es tan fria como crees, en este momento me tiemblan las manos.- Era cierto. Tenía que contenerme para no rodear con ellas su nuca, y atraerla hacia mi. Ella acercó una mano y la enlazó con los dedos, comprobando que el temblor era real. La mano estaba calida y tibia, y como la primera vez, desasí la mano suavemente. Como un golpe me llegó el dolor hasta estallarme en el hombro.

Miró alternativamente la mano y mi cara, como desconcertada. Después se levantó despacio, sin decir palabra, evitando cuidadosamente siquiera rozarme. Supongo que me mordía los labios para no gemir de dolor.

Ya no estaba tan mal...................................

Y la imagen, la voz, el olor, acudieron de pronto; roto el dique donde aquello esperaba el momento de desbordarse. Y todo fue sólo ella, su media sonrisa en la penumbra, el reflejo de miel en los ojos oscuros, el olor tibio de su cercanía. Ella, desnuda en una tarde calurosa, contraste sobre sábanas blancas y el sol filtrándose en rayas horizontales entre las persianas, con minúsculas gotas de sudor en la raíz del pelo negro, en el pubis oscuro, en las pestañas.........

Seguía haciendo mucho calor. Era casí la una de la madrugada cuando abrí la ducha y me desnudé. Por un instante observé al extraño que me miraba con atención desde el otro lado del espejo. Delgado, el vientre plano, las caderas estrechas, los pectorales marcados, firmes, como la curva de los músculos en los hombros y en los brazos. Tenía buen aspecto aquel individuo silencioso. Y me pregunté, para qué diablos me servía aquel buen aspecto.

-Me voy.-

-No quiero que te vayas, todavía.-

Brillaban sus ojos, y los incisivos parecían muy blancos despuntando en la boca entreabierta, y el collar de marfil era un trazo pálido al lado del cuello moreno en la penumbra. Separé los labios para emitir un suspiro largo y apagado, que pudo ser también un gemido infantil o una protesta.

Hacía calor. Una persiana filtraba finas líneas de luz sobre el cuerpo moreno de una mujer desnuda. Hubo un soplo de brisa, y la luna se deslizó sobre mis hombros como una cota de malla que cayese a mis pies.

Por un segundo antes de enlazar los dedos en aquel cabello para escapar durante una noche, minúsculas gotas rojas en un inmenso amanecer, la sombra, el niño, el hombre, se volvieron todos al mismo tiempo para mirar arriba y atrás, para mirar en dirección a la ventana apenas iluminada, con el último afan de descifrar el terrible secreto de un cielo desprovisto de sentimientos.

jueves, 28 de diciembre de 2006

La Ternura del Alacrán (III)

Hace ya varios días que tenía abandonado este pequeño apartado del blog. Los motivos se pueden concentrar en uno sólo, ella, sea cual sea su nombre, en todo este tiempo ya no ocupaba mis sueños. Pero de nuevo, anoche vino a mi encuentro.

Has venido aquí haciendo preguntas y ahora no puedes decir que te alejas y eludir el resto de respuestas. Ya que has curioseado en la vida de todo el mundo, puedes completar la mía.

¿Qué siento?, ante esa pregunta sólo puedo responder que, el infinito miedo de sentirme al borde del abismo. Mi razón me invita a traquilizarme; quieres ver el mundo, mira, esta debajo de tus pies. Pero me has presionado mucho, como nunca nadie en mi vida. Tus argumentos; prematuramente, mal momento en mi vida, instante de aclarar ideas y sentimientos, todo excusas para no afrontar la verdad.

De un modo u otro, eso ya no cambiará nada. ¿Y yo...?, porqué me has contado todo, cual era tú objeto en todo este juego, porqué me has acercado, luego me has alejado, has usado indiferencia, cordialidad, porqué.....................

Según tú, a mi lado te sientes menos sola; parece que encarne, a pesar de mí mismo, esa imagen atávica, de alguien tal vez fuerte, tal vez sabio, pero en quien confiar, o a quien confiarse......., tal vez sea la ropa, o quizá cierto atractivo, o simplemente interés.

Puede que tratases de ganarme para tu causa, o simplemente infringir una nueva y más retorcida ofensa a mi ego, también podría tratarse de todas esas cosas a la vez.

Temo volver a caer en el drama y decirte, "...sin ti estoy perdido", y que no me respondas "No digas eso. No podemos estar perdidos los dos".

Me dejaste sin una respuesta en los labios, con la luna riéndose de mí con su doble reflejo pálido. Y me pregunté cómo era posible que una boca de mujer sonriese burlona y tierna al mismo tiempo, tan desvergonzada y tímida, y tan cercana.

Y en el momento que iba a abrir la mía, dispuesto a decir algo que todavía ignoraba, un reloj cercano dio once campanadas. Alcé una mano hacía su rostro -la mano herida-, pero tuve el dominio suficiente para detenerla a medio camino.

Entonces, incapaz de establecer si era decepción o alivio lo que sentía, desperté y vi que aquello tan sólo había sido un sueño.

Continuará

martes, 26 de diciembre de 2006

12 Historias para una Noche

El padre Dospasos, párroco de Nuestra Señora de la Luz en el humilde pueblo de la Plata, dormitaba en el confesionario, sofocado por el tremendo calor húmedo que traía el mar. Como lanzas, los haces de luz que filtraba la celosía, elevaban la temeperatura del pequeño habitáculo como en un horno. Eran las cuatro de las tarde, en agosto, nadie saldría a la calle, nadie vendría a la iglesia, hacía demasiado calor. Pero el padre Dospasos siempre cumplía con su obligación y allí estaba, sudando y empapando un pobre pañuelo.

El silencio era absoluto. La iglesia estaba callada, nada rompía la calma, ni pasos, rezos, ni el ruido del exterior pues el pueblo también dormía. Sólo una pertinaz mosca zumbaba cerca de una vidriera.

Súbitamente una voz, al otro lado de la celosía en el confesionario, despertó al parroco con un escalofrio que disipó el agobiante calor del cura. La voz hablaba deprisa en un idioma que el sacerdote no entendía. Pero sabía, de algún modo, que era una voz aantigua y que estaba muy muy asustado.

El padre Dospasos intentó hablar pero la voz no se detenía; antes aceleró su ritmo. Esa voz intentaba decirle algo, había en ella un aterrador tono de urgencia, de puropánico, que hizo temblar al cura.

De repente la voz se detuvo. Regresó un silencio sepulcral. Ni siquiera se escuchaba ua respiración. Nada.

Dospasos entreveía una figura sentada al otro lado, inmóvil, con los brazos rígidos. Le habló, le llamó pero la figura no se movía. el sacerdote estaba ya muy atemorizado y le costó un par de minutos reunir valor suficiente para salir fuera a ver quien había tras la celosía.

Lo que vió le dejó helado.

La cortinilla estaba cerrada, pero del interior del confesionario salía un rastro de sangre. El rastro iba de allí hasta. . .El padre no podía creerlo, pues llegaba hasta el altar mayor, lo rodeaba, y terminaba en la cruz. . . ¡Vacía!. El Cristo de mármol que la ocupaba, simplemente no estaba. Una terrible idea cruzó el pensamiento del cura, pero no. . . , no podía ser, era imposible.

Con una mano temblorosa apartó poco a poco la cortinilla negra. Sudaba, pero no por el calor. Entonces, LO VIO. Abrió la boca como para gritar pero ningún sonido salió de su garganta, con los ojos dilatados, se tambaleó hacía atras mientras se llevaba una mano al pecho. Tropezó con algo y cayó al frio suelo, muerto. Muerto de miedo.

En el confesionario había un Cristo de mármol, con los ojos y la boca muy abiertos en un silencioso y aterrador grito. Con los brazos extendidos hacía adelante desesperadamente. Sangrando por todas sus llagas.

Horas después encontraron el cadaver del padre Dospasos en la iglesia, frente a un confesionario vacio. Su autopsia indicó que había muerto de un ataque al corazón, al fin y al cabo tenía ya más de sesenta años. Los empleados de la funeraría no fueron capaces de desencajar su rostro, o arreglarlo de alguna manera para borrar la mueca de terror de su faz.

El pueblo lloró su pérdida y le enterraron con todos los honores tras el altar de su amada iglesia. Justamente bajo el crucificado de mármol que había allí.

Ite, missa est.

sábado, 23 de diciembre de 2006

Homenajes

Siempre es bueno reconocer ciertas cosas, de ahí este homenaje:
Desde hace algún tiempo te siento distinta
no se que será pero no eres la misma
observo en tus ojos miradas
que escriban amigo,
cansado de tanto buscar tus pupilas
pidiendo respuestas a cada porqué.
Pero ha vivido en mí
algo que empieza a huir
y no quiero entender.
Cuando un presentimiento no crea razón,
sólo infunde temor.
Y con monosílabos adormecidos
pretendes decir que dialogas conmigo,
tus gestos son más elocuentes
al menos son signos
de tu indiferencia por todo lo mio,
y más si mi afán es hacerte feliz.
Que fue lo que pasó
donde estuvo el error que no pude impedir.
Aunque se que no es fácil
decir la verdad,
no me mientas jamás.
Mis labios no encuentran tu beso oportuno
ni encuentra mi cuerpo en tu cuerpo refugio,
tan sólo pasivo abandono
distante desnudo,
que entregas como algo que no fuera tuyo
dejándote hacer en ausente actitud.
Que mortal desazón es hacerte el amor
cuando ya no eres tú,
no quisiera saber cuando sueles
temblar en que brazos estás.
Siento que te estoy perdiendo,
perdiéndote.

martes, 19 de diciembre de 2006

La Ternura del Alacrán (II)

"Lo único que te pido es que lo hagamos a oscuras".

Me pareció una petición extraña, pero viniendo de ella me daba igual. Su cuerpo, aunque no pudiera verlo desnudo, prometía sensaciones fuertes. Además hay pocas cosas más excitantes que la imaginación y el tacto como único sentido
Acepté casi sin pensar y ella sonrió como el gato que se acaba de comer al canario. Yo también sonreí, pero sólo por fuera. Intenté que me dijera porqué quería hacerlo solamente a oscuras pero no conseguí más que respuestas evasivas y de nuevo esa sonrisa malévola bailando en su cara.
"Valdrá la pena, ya verás", dijo matando el tema. "Seguro que sí", dije yo tratando de imitar esa sonrisa. Soltó una carcajada y sentí como si alguien caminara sobre mi tumba a la vez que mi mente se disparaba con la idea de la inminente sesión sexual.
Recordé cómo la conocí, media hora antes, en una fiesta en casa de un amigo, vestida de negro de la cabeza a los pies, tal vez muy siniestra pero a la vez excitante.
Nadie de allí la conocía y nadie parecía haberla invitado. A mi amigo no le importó. Nunca importa si se cuelan en la fiesta siempre que sean chicas. Ella andaba bebiendo y tonteando con todos, creando litros de baba entre los tíos y comentarios de verdulera de las tías. Me paseé cerca de ella y se giró como si me hubiera olido a sus espaldas. Me miró un momento (me costó mucho aguantar la mirada de esos ojos negros, siempre me cuesta................) e indicó con la cabeza que la siguiera.
Aunque helado caminé detrás de ella hasta una habitación. Cerró la puerta detrás mío y me abrazó sin dejar que me diera la vuelta, clavándome suavemente las uñas en el pecho y los dientes en el hombro. Después caímos en una cama que yo ni siquiera había visto y unos cuantos arrumacos después me hizo la citada única exigencia.
Apagó la luz. Esperé entonces que se abalanzara sobre mí y folláramos salvajemente, pero se acercó despacio. Me desnudó cariñosamente, me besó y me acarició con dulzura. Ni cuando la penetré dejó de abrazarme y susurrarme cálidas palabras. Se movía muy lentamente encima mío, con suaves embestidas, racionando el placer. No sé cuanto tiempo pasó, sólo que fue un orgasmo largo, plácido y compartido. Casí fue irreal en aquella total oscuridad.
Se marchó sin decir palabra. Cuando me vestí y salí de la habitación ya se había ido de la casa. Me sentí bien, pero un poco confundido. Creo que por primera vez me habían utilizado.
Genial........................¿o no?Que raro es todo a veces.
Apagad la luz al salir.

lunes, 18 de diciembre de 2006

Un Opositor en vida

Creo conveniente reflejar en este pequeño escondite virtual como ha sido mi ultimo fin de semana en tierras madrileñas, puesto que proximamente nos desplazaremos a tierras más cálidas y sureñas para celebrar con y en familia las señaladas fechas navideñas.
Este ha sido un azaroso fin de semana, me explicaré. El viernes tuve el placer de asistir tanto como ponente como espectador a unas jornadas de formación. La verdad es que eramos pocos, bien avenidos, pero pocos y el evento comenzó con muchas dudas. Una primera charla casi ideológica diría yo hizo las veces de presentación a lo que vendría después. En la segunda charla me toco salir a escena, acompañado de una bella señorita, lo hicimos lo mejor que supimos y pudimos, el tema no daba para muchas florituras, y a pesar de mí muy mal disimulada miopía las caras de espanto ante mi charla me hicieron abreviar cuanto pude.
Comida de menú, aceptable, en peores plazas hemos toreado y huida masiva de los pocos que quedábamos. Lo que quedaba por la tarde se medio recortó y con una charla debate final, me vi a las cinco y pico de la tarde en la Plaza de Cervantes. Opciones..............como no, copazo, en buena compañía y en un lugar acogedor. La tarde dio para mucho, deportes, trabajo, política, temas sociales, religión, y como no, el tema estrella mujeres. Y no por nuestra buena estrella, sino más bien porque tanto mi amigo como el que suscribe andamos estrelladados en ese tema tan particular. La única conclusión posible; la fortuna sonríe a los audaces.
El sábado lo pasé aletargado en toda su mañana, pero la tarde empezó a prometer, hasta que me fui de compras a un gran centro comercial a una semana de Navidad.........................sin comentarios.
Por la noche visita obligada a Sergio y Ari en su nuevo piso de Legazpi, risas, bromas, una copiosa cena y juegos. Lo que empezó a una prudente hora del sábado, más o menos las ocho, acabó la mañana del domingo con un total de cero horas de sueño.
Ya el domingo tratamos de recuperar fuerzas, pa´que, si podemos acabar a copazos en casita de Jose y Nohe hasta las tantas, y claro yo hoy con fiebre y con más sueño que vergüenza.
Lo cual me lleva a lo importante de estas letras. Entre tanta cosa e ida y venida, he tenído algo de tiempo para pensar, y en mi línea actual de recuperar la cordura, he podído apreciar la suerte que tengo de tener a tantos amigos y amigas y a tanta gente importante en mi vida, a la cual quiero con locura y que hace que la vida sea mucho menos dificil y aburrida a todos ellos; Tere, Gemma, David, Joseliyo, Josito, Nohe, Fapresto, Javi, Plaza, Sergi, Ari, Sonia, Adri, María, Manu, Diego, Helen, Richi, Moni, Carlos, Ruben Javier, y un largo etc............................................ (ya me he cansado de poner nombres, y no acabaría, a los que falteís os inviatré a algo por la afrenta), espero de verdad poder devolveros algo de todo lo que recibo de vosotros. Se que este artículo ya está quedando muy ñoño, pero de verdad os quiero nenes.
A todos, sed malos, que a mi siendo bueno ya me veís como me va.

domingo, 17 de diciembre de 2006

In Nomine Ipso Recreor

Las hojas están cambiando. Desde aquí veo cómo la estación fría marchita sus venas secándolas tornándolas amarillas y acercándolas al color marrón. Y lo mismo me pasa a mí. Siento el dolor de la soledad, de las heridas, de los largos días y cortas noches, demasiadas cosas bailándome en la cabeza. Siento el peso de los recuerdos, llamándome desde muy lejos, mientras espero el veredicto. La luna crece, muere, y vuelve de nuevo, y el sol, y la hierba. ¿crece y muere también el hombre, y no vuelve nunca?. Al menos yo he amado, he amado mi tierra, la vida, la belleza proporcional que había, estos pensamientos me consuelan.

Luz. Lo que más recuerdo de la casa de mi padre en la ciudad es la luz. En esa casa siempre sentí una tranquila serenidad, había orden y paz. Todos los miembros de la casa sabíamos cual era nuestro sitio.Un día cuando tenía ocho años me atreví a preguntarle a mi padre -¿por qué está aquí nuestra casa? Si estuviera en lo alto de la colina las casas que hay encima de nosotros no nos taparían la luz.-

Mi padre sonrió, pocas veces lo hacía, pero tenía una sonrisa muy amable, y cuando sonreía aparecían arrugas alrededor de sus ojos, eran pequeñas, delgadas y tiernas, es extraño, siempre quise tocarlas, nunca lo hice. Mi padre respondió –mi abuelo construyó esta casa en medio de la ladera por una razón: para que la gente nunca pensara que nuestra familia está demasiado por encima de ellos. Los demás son muy libres de construir sus casas tan arriba como quieran.-Nunca lo he olvidado, y así siempre he intentado vivir disfrutando de aquello tal como lo tenía.

En estos largos días los recuerdos de mi infancia y mi juventud se agolpan como olas intentando desbordar mi mente. Ya casi creí olvidados los tiempos que pasé en el colegio, aprendiendo un latín gutural y áspero. Nunca pensé que realmente el colegio me formara como hombre, pero hoy he recordado algo que me ha hecho cambiar de idea. Era un día frió y llovía, estábamos conjugando los verbos imperfectos, me hice un lío, y me di cuenta, -otra vez- me repitió el maestro, al tercer intento frustrado exclamé –pero esto es lo mejor que puedo hacerlo- gemí mirándome los pies deseando que terminara la lección. Entonces él dijo algo, -potest quia posse videtur-, puedes porque crees que puedes, ahora inténtalo de nuevo.

No lo sabía pero estaba construyendo los cimientos de lo que soy ahora, y han resultado ser profundos y fuertes.

sábado, 16 de diciembre de 2006

La Ternura del Alacrán


Siempre que lo recuerdo una uña afilada, velocísima, asciende por mi vientre hasta mi pecho. Es una uña de nadie, invisible, intangible, y es casi un dolor . . . indefinible, que me asalta con un raro estremecimiento.

He vivido historias de amor verdaderas, con sus declaraciones y juramentos, con sus principios, y ese final que provoca heridas profundas que en mi cicatrizan sin dejar marca alguna, y por las que ya no siento nada al evocarlas. Y sin embargo . . .

Ella pese a ser tonta e insípida, me parecía encantadora, quería jugar, huir y perseguir, descubrir, ser pionera en una tierra en la que el sexo es sólo una excusa, trámite por lo general agridulce y traumático que debe superarse cuanto antes. Ejercer de absoluto hijo de puta, cuando se hace desde la serenidad cartesiana, provoca un gozo más intenso que el orgasmo. Y es que hay dos tipos de posesión; la de la carne, que es aquella a través de la cual pretenden sujetarme y la del alma, lo que definía mi relación para con ella.

Así que la hablé, la aturdí, la confundí, recordé a la "mama de Tiberio", aquella lucida serpiente que dignifica al género masculino. La convencí de que ella debía ser nómada del amor y no su esclava. Maté su imagen, su razón, y calé en su alma. Sonrió generosamente cuando asentí, y la llevé sin resistencia tras de mi a la oscura habitación.

Así de fácil fue.Debí sospecharlo la primera vez, cuando tras estar abrazados quise coger sus manos, pero me lo impidió con un gesto demasiado brusco. Me agarró rabiosamente de los brazos y entonces fue cuando me lo dijo, me dijo algo que se parecía a una declaración de amor; - ". . . escuchame bien, si yo pudiera enamorarme, si pudiera he dicho, me enamoraría de ti y sin remedio, sólo de ti, lo juro." Siempre se han enamorado de mí las mujeres que llevan el signo de la fatalidad marcado en su frente, porqué esto iba a cambiar. Hice balance y calculé el dinero, regalos y tiempo que me costaría esta vez.