La Ternura del Alacrán (XII)

Porque siempre es bueno recordar las cosas (y aunque perdone, no siempre se olvida, o algo así).

Creo que me hicieron daño dos veces, un dolor que se expresó de distinto modo, pero resultó ser el mismo. El primero fue lento, tortuoso, detrás de muchos “te quieros” se encontraba un gran desprecio y una gran humillación, de esa que no se condena con rejas ni cárceles, pero que duele igualmente. El segundo fue rápido, pero muy intenso, quizá porque alcanzó a mi ego. Cuando quise darme cuenta… todo, para bien había terminado, pero las heridas pican y duelen al cerrarse.

La mejor medicina, fue volver a encontrarme. El mejor premio, encontrarte. Aunque peque de alienación, y eso pegue más con otras extrañas parejas… tú eres mi única razón para existir… así de feliz, mi única razón para seguir… luchando, un motivo para confiar. Si algo bueno tengo, eres tú quien lo merece, a quien regalo todas mis risas, a quien abrumo con carros enteros de tonterías por miedo al silencio, quien más daño puede hacerme con sus palabras, y quien más consigue enfadarme.

Cada vez que me pasa algo a ti recurro llorando, a ti te abrazo apretando los ojos, a ti te grito como si tuvieras la culpa porque sé que contigo puedo desahogarme. A ti te cuento todas mis ideas, desde la más genial a la más absurda, porque no tengo miedo de lo que pienses de mí.Nunca he conocido a alguien tan inteligente como tú. Nunca. Eres mi record, como te he dicho. Mi pareja más inteligente, la más bella, la más sincera y… también la más difícil.

Convivir con la verdad no es nada fácil. Creerse un “te quiero” después de tantas sucias mentiras, tampoco. ¡Estoy cansado de gente con precio, con mentes tan estrechas y derretidas que me recuerdan al blandi blu, al que se moldea sin tener nunca forma definida, como hacen con sus cerebros color verde podrido!. Y entonces todo el universo y yo gritamos: ¡JA JA, JA!. Pero no, no puedo reírme.

Y me llega un mensaje al teléfono móvil, justo al despertar de la resaca de una noche horrible tras un día horrible. Veo la luz parpadear y pienso que eres tú. Pero no, no lo eres. Y no es nadie que me dé consuelo bajo su brazo por la pesadilla que acabo de tener. No. Son unas palabras que sólo hablan de ellas. Palabras de palabras: “no me merezco esto”, “no he hecho nada”, “ no me hagas sufrir”. Y yo pienso…ostia puta! , digo…(perdón): ¡jolines, ay corcho! Que don de la oportunidad. Y se me escapa una lágrima y la providencia no viene porque está castigada. Pero entonces vienes tú y me besas la mejilla. Y me agarro a tu cintura, como un niño y apago el móvil. Contestaría, pero es que no sé que contestar.

Ya no hago daño a nadie. Cierto, lo hice, y pedí perdón delante de la puerta del olvido, pedí perdón por mí y por todos mis compañeros, pero por mí, primero. Que para eso llevo la viga, no en el ojo sino sobre la chepa y las pajas de los ojos ajenos las soplo pidiendo un deseo. Soy muy consciente de mis faltas y de mis tentaciones. Pero a mi me basta con decirlo en alto para que se me pase y para que recobre en el acto las ganas de dirigirme al camino . Y eso que ahora con el sol de la playa, tengo que tener cuidado con no clavarme en el blanco de tus ojos, que es lo poco blanco que reluce en tu cuerpo a parte de los dientes ¡y no sé yo que será peor!

Y tanta tontería… ¡”pa” decirte que te quiero! ¡Seré imbécil!No eres mi única razón para vivir, pero desde luego, eres la más bonita.