miércoles, 28 de marzo de 2007

La Ternura del Alacrán (IX)

TE QUIERO
Afuera apenas se vislumbraban sombras, pero dentro un resquicio de luna se había colado entre la persiana acomodándose en su espalda mientras se acompasa a su respiración. Ella se ha dormido, ya han pasado algunos minutos, no se cuantos pero siempre el cansancio la vence antes que a mí. Tal vez sea eso, cansancio, pero de nuevo ignoró la frase. Como ayer y el día anterior, siempre evita la conversación o consigue escapar de toda situación en torno a ella...llega tarde a clase, la esperan en el coche para ir al trabajo, o simplemente llega tarde a casa de sus padres...siempre hay una buena excusa.
A veces, creo que se lo imploro con la mirada, supongo que se impregna en mí esa infinita tristeza que te embarga cuando no sabes hacía donde caminas pero no puedes dejar de hacerlo. Es en esos momentos cuando se acerca maternal y me besa como si eso fuese suficiente...pero no lo es, o lo es cada vez menos porque me he cansado de tirar del carro, creo que terminaré por no dar si no recibo y de tanto callarme los "te quieros" me olvidaré de su uso.
Es gracioso escuchar las conversaciones de ellas sobre los afectos y sus ausencias, ya conozco de memoría la retahíla de explicaciones y quejas. Y es cierto entiendo que el cariño verbal es gasolina, que la seguridad y la utoestima se refuerzan con los mimos y que el amor debe narrarse a cada paso, pero igual de cierto es que hasta los pasos tienen un sonido.
Puedo disertar sobre las diferencias entre "te quiero", "te amo", "te extraño" y sus multiples variantes, así como el tono y sus infinitos matices. Vamos que soy un experto en el amor oral, aunque a mi pareja le cueste practicarlo. Y eso que cuando la halago se infla como un pavo, porque todos somos receptivos a los cumplidos.
Ella se agita por una ligera brisa que entra por la ventana, y con un ligero mohín de su cara muestra en sueños su queja. Odia que duerma pegada a ella, y mañana seguro que escucharé sus quejas, pero me anudo a su cintura cerrando los ojos...
- ¿Que me quieres?.
-...
- Supongo que sí.
-...
- Pero me da miedo pensar porqué te cuesta tanto decirlo.

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