jueves, 4 de enero de 2007

12 Historias para una Noche (II)

La cabeza parecía que iba a estallarle. La experiencia no había merecido la pena, definitivamente.

Dejó la pipa de cerámica sobre la mesita de noche y se dispuso a dormir. Notó como algunas bolitas de droga se desparramaban por el suelo. Sudaba, fríamente, mientras se repetía que no necesitaba de aquellas porquerías para escribir. ¡Maldita María!¡Malditas recomendaciones!.
Hasta aquella precisa noche no había necesitado de estímulos para suscitar su creatividad, y mientras cerraba los párpados se juró que no volvería a probarlo.

Se despertó sobresaltado, sin saber a ciencia cierta que hora era. Tampoco importaba. Lo que le envolvía no era otra cosa que una espesa sensación de frialdad y húmedo alejamiento. Seguía sudando, pero esta vez tardó un buen rato en percibir lo viscoso de la secreción de su cuerpo. Alargó la mano para localizar el interruptor de la lampara y no la encontró. Tanteó de nuevo, y nada. Se irguió, pesadamente, como si cada uno de sus huesos hubiera desaparecido y sólo la enorme presión que ejercía su mente sobre su cuerpo, fuera suficiente como para que el movimiento tuviera lugar al fin.

Tropezó con algo que no supo concretar y su cabeza se perdió entre la vaga sensación de tranquilidad que la embargaba y la sensación de extrañeza que le dominaba, mientras caía al suelo. Se arrastró lentamente mientras buscaba algo reconocible a lo que agarrarse. En el fondo, no lo necesitaba.

Lo intentó de nuevo, con pertinaz voluntad de derrotado que todo lo ha perdido y sin embargo continúa en su desesperado afán.

En el fondo seguía sin necesitarlo.Localizó una forma esférica de liso tacto y trató de palpar con sus dedos...¡¡¡¡SUS DEDOS!!! ¿Donde estaban sus dedos?. Sentía, pero lo que sentía no tenía nada que ver con lo que había sentido hacía apenas unas horas. En realidad el miedo primero se dispersó por entre las infinitas conexiones simpáticas de su cerebro y se perdió definitivamente en el corriente saguineo de miríadas de vasos capilares que nutrían de fluido su cabeza.

En el fondo esto tampoco importaba. En realidad ya nada importaba salvo la fuerza que la obligaba a levantarse. Se alzó del suelo frío y sintió la tibieza del ambiente. Por un momento pensó que estaba soñando, que todo era fruto de la ingesta de aquel hongo panameño que le diera una mujer llamada María, poco antes de que hiciera el amor con ella. Soñar que se sueña suele ser una buena terapia frente a la apatía que produce la indigencia de ideas y la sequía de emociones. Para ser sincero, aquello tampoco importaba.

La oscuridad se disipaba lentamente en su cerebro y pronto se hizo la claridad de un universo que se tornaba cambiante según se mirara. Se mareó un poco, en realidad no demasiado y en el movimiento que ella misma se produjo tuvo la estúpida elocuencia motriz de un insecto ante el peligro. Tampoco importaba mucho.

Algo se movió delante. Lo notó todo su cuerpo. Como una pequeña señal eléctrica que le recorrió de punta a punta y que le produjo la primera alegría de la noche. Ahora todo importaba, el más mínimo sonido importaba, la más pequeña de las sensaciones importaba. Movió su boca con avidez y se quedó quieta mientras esperaba otra señal. Al fondo, en el surco negro que diferenciaba el zócalo del suelo la percibió. Y se sintió alterada pero espectante.

Sobre la cama el cuerpo inerte de un hombre joven entre las sábanas. Su cara distorsionada por un profundo dolor, ya pasado, estaba quieto. El pecho inerte y los miembros desmadejados, ya sin vida.

En el suelo, y sorteando los restos esféricos de la droga, una araña, pequeña y peluda, recorre la habitación a velocidad vertiginosa en pos del rastro de una cucaracha que trata de escapar al abrigo del zócalo de la habitación.

Estúpida pérdida de tiempo. Lo que ha de ser será y nada puede evitarlo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante... un cambio de personajes. Hay que estar muy atenta para descubrir los cambios que dijiste que ibas a ir haciendo a los relatos.
Un beso

Yakel dijo...

Muuuuuuuuuuuuu bien. Buenisima vista. Siempre me pillas. Un beso preciosa.

Anónimo dijo...

ya sabes que soy muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu lista.
¿Será que leo a Kierkegaard?

Gracias por la visita, ha sido lo mejor de toda la mañana. ¡Qué ilusión!

Buen fin de semana con los juguetes de los Reyes....