martes, 9 de enero de 2007

Un Opositor en vida (III)

"Lo intentó de nuevo, con pertinaz voluntad de derrotado que todo lo ha perdido y sin embargo continúa en su desesperado afán."

Quedan apenas un par de minutos para cambiar de día y todo sigue igual. Algunos dirán que lo he intentado todo (aunque es falso). Otros, que lo que tiene que ser será, y que es inutil luchar por cambiarlo (me temo que no creo tanto en el destino como para resignarme).

En definitiva creo que he perdido tantas oportunidades para cambiar las cosas que me siento estupido, ilógico, y cada vez que me miro al espejo las lagrimas de rabia afloran en mis ojos. Quisiera romper el espejo, hacerlo añicos, pero la escasa cordura que aún me gobierna me hace recapacitar sobre lo absurdo de ese acto. No soy el protagonista de una pelicula en blanco y negro que espera desesperadamente que lleguen los titulos de crédito.

Con ese prólogo, sólo puedo sentirme idiota; por tener que recordar la última vez , que me perdí en tu amor, por saborear unos besos que no volveré a tenerlos más, por seguirte por si acaso te marchabas ya, y tirar la escasa confianza en mi mismo que podía quedar.

Ha sido fácil perderlo todo en un momento. Óyelo......

No soy un niño.
No soy ese duende.
Ni soy luchador.
No debo ser tu camino.
No soy buen amante.
Desde luego no soy una flor, ni un trozo de pan.
Sólo soy, esa cara de idiota.

Grandes males requieren de grandes remedios, pero seamos sinceros, no puedo quejarme y llamar a la situación que me rodea "gran mal" es cuanto menos hiriente por no decir un insulto a la inteligencia. Por tanto, sí con cierto desencanto, pero con la tranquilidad que da una nueva perspectiva seguiré siendo esa vieja y parcheada piel del tambor en la que aún redoblan ecos de felicidad.

Algún día divagaré, si puedo, sobre la felicidad y sobre como algunos están condenados a ser felices, en vez de simplemente serlo. Yo desde mi pequeño reino olvidado, espero tras la bruma, otro tiempo, otro momento, tal vez simplemente otro lugar.

O nacemos y morirmos de acuerdo a un plan, o nacemos y morimos por accidente. Y sólo un loco envidiaría semejante secreto.

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