lunes, 8 de enero de 2007

Homenajes (III)

Hay momentos en la vida en que uno se pregunta que tipo casualidades pueden llegar a darse, y claro, todo tiende a superar con creces cualquier vano intento de imaginación. Al menos en mi humilde caso.

Sucede, que en mi más tierna infancia, hace ya mucho tiempo cursé estudios en dos centros de enseñanza que llevaban su nombre en honor de dos poetas hermanos, Antonio y Manuel Machado. Y claro, leíamos y estudiabamos ampliamente su poesía. La casualidad es recordar tanto tiempo después la que creo que es su Octava Soledades, que dice algo así:

Mándame tu retrato... Aquellos ojos
en éxtasis,que guardan,como lagos,
de los ocasos los vislumbres rojos
y de las noches los lugares magos.

Mándame tu retrato... La caricia
de tu cara de almendra,tu cabello,
de puro negro azul,y el dulce cuello
que inicia de inclinarse la delicia.

Mándame aquel retrato que en el fondo
tiene un jardín... Tiene el jardín soñado
para poner mi mano en tu cintura

y perdernos al lejos,en lo hondo
de un beso-como nunca se ha besado-,
por la senda sin fin de la ternura.

(Manuel Machado)
Tiempo, mucho tiempo después me lo han recordado. Y me han traído vientos ya olvidados, treinta rostros casi desconocidos, y una ternura que nunca reconoceré en público. Gracias.

Sucede que el diablo es muy astuto. Sucede que no es tan feo como dicen.

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