viernes, 8 de junio de 2007

La Ternura del Alacrán (X)

"... sois imprevisible. Desde nuestro encuentro, a menudo he pesado que yo también podía leer en vuestro corazón. Me equivocaba.

Cuando os tomé por fuego, erais agua, cuando os imaginé insolente, egocéntrica, imbuida de vos misma, al cabo de unos minutos erais todo modestia y altruismo. - Si-, sois imprevisible."

Un trueno arrancó a la joven un grito de espanto. Tal vez para tranquilizarla, o para reconfortarla, o porque estaba escrito que lo haría, le asió la mano. Ella no hizo gesto alguno para soltarse. Hubiera sido incapaz de hacerlo, aún habiéndolo querido. Cuando sintió el contacto de la piel, todo deseo de huida la había abandonado.

Él movió los dedos, gesto inconsciente o caricia apenas esbozada que ella sintió con tanta violencia como si la hubiera tomado en sus brazos. Había leído un día que no había verdadero amor sin desesperación de amar; al igual que no había amor a la vida sin desesperación por vivir. Entonces la comparación le había parecido pomposa, sin interés alguno, y no había intentado profundizar en lo que el autor deseaba expresar. Y he aquí que, esta noche, el sentido de aquellas palabras le alcanzaban de lleno el corazón.

-"... Habladme de ella, habladme de esa mujer a la que tanto amasteis."-

-"¿ De verdad lo deseáis?. No, en vuestras pupilas aparece un brillo en el que adivino a leer una emoción diluida entre el malestar y la abnegación. Pero sí os puedo decir que después de ella sencillamente estaba muerto, me encontré sumido en una espantosa noche.

Una noche sin estrellas, poblada de monstruos y espectros que se agarraban a mí e intentaban arrastrarme a abismos que presentía sin fondo. Yo había dejado de existir; otro había tomado mi lugar y nada podía yo contra él.

No pasaba un sólo instante sin que desfilaran por mi memoria, con la regularidad de los latidos del corazón, las palabras, los gestos, los sueños que habían poblado aquellos días compartidos. Su imagen me obsesionaba; fuera donde fuese su recuerdo permanecía agarrado a mis sienes, hasta el punto que deseaba que al volver una calle, un asesino, un caritativo verdugo me destrozara el cráneo para terminar de una vez con aquella tortura."

Ella replicó " Pero hoy ya nada es lo mismo..."

"Ya no son mis heridas las que me guían. Tampoco intento huir de mi mismo, sólo deseo no ser de nuevo esclavo de mis sentimientos"

"Entonces, sabéis que desde este momento nos convertís a todas las mujeres del mundo en ella..."


Amar es vivir y morir por una apuesta infernal que hacemos sobre lo que ocurre en el alma del otro.

2 comentarios:

Eme dijo...

El principio es cojonudo.
De hecho lo leí hace ya y estuve a punto de ponerlo en mi blog xDD
Y hay frases buenas pero no sé si son tuyas o las has sacado de otro sitio, véase
"Había leído un día que no había verdadero amor sin desesperación de amar; al igual que no había amor a la vida sin desesperación por vivir"

Y no, no te devuelvo la pelota, que este relato lo leí hace ya. Pero no me puse a comentar...
Por cierto, ¿tú me llamas monotemática a mí?
Aunque tú cambias más el enfoque que yo, ciertamente...

¿Quién es Ayurveda?

Yakel dijo...

Ni idea de quien Ayurveda, aunque el corte de "persona", puede ayudarte a localizarla.
En lo de monotema, lo reconocí en tu post, cuesta salir de un tema que dominamos tan bien :PPPPPPP
Donde lo leiste que lo ibas a poner en tu blog?????, porque a riesgo de ser un plagiador inconsciente salvo la frase en negrita del final (es de Paul Valery), el resto humildemente ha salido de mi cabecita (vale cabezón). Aunque ciertamente inspirado en un libro de Ibn Hazum (poeta cordobes cuya casa debes ir a ver).
La frase que has elegido es una de mis facetas vitales (soy escorpio, y visualizo así el amor, que se le va a hacer).
Seguiremos hablando de relatos, todo sea por mejorar, y ciertamente es una faceta tuya que me encanta.

Ciao, besos.